El marketing taurino, la gran asignatura pendiente que no se acierta a resolver

Interesante artículo de la Redacción de Taurología:

Cuando carteles feriados y con figuras registran ¡un cuarto de plaza¡ algo debe ocurrir, además de la ya tan manoseada crisis económica, que de ser una realidad incuestionable se está ya convirtiendo en la percha en la que colgar todos nuestros males. Por eso ha llegado el momento de preguntarse si esa gran asignatura pendiente que es el marketing taurino no debiera entrar en función.

Ya no vale, como está comprobado, esperar al que se acerque a la taquilla: hay que salir a las calles a buscarlo, a fidelizarlo, diríase que hasta a mimarlo. Sería una forma para comenzar a romper con la obsolescencia de los actuales entramados taurinos empresariales y de gestión. A nuevos tiempos, nuevos remedios.

La crisis, la dichosa crisis económica, con ser cierta y evidente, no por ello puede ocultar que los tendidos despoblados que tantas tardes vemos no son, no pueden ser, tan sólo fruto de unos bolsillos con menos posibles. También toman causa de la carencia de unas políticas comerciales y de marketing claras y eficaces, que en planeta de los toros constituyen hoy, y cada vez con mayores urgencias, la gran asignatura pendiente.

Eso de esperar a que el personal vaya hasta la taquilla, al reclamo de un determinado cartel, ya funciona pocas veces y en contadas plazas. Como en cualquier otra actividad comercial, hoy hay que salir a los caminos a la búsqueda de ese potencial cliente, al que nadie se ha dirigido personalmente para proponerle que se acerque hasta una plaza.

Sin embargo, el tema funciona, cuando se hace y se hace bien. Ahí está el esfuerzo que viene realizando la actual empresa de Albacete, realizando ofertas muy razonables. Pero viene a un tanto la excepción que confirma la regla. O el caso de Francia, lleno de sentido común aunque choque con las costumbres españolas: Las ferias centralizadas en unas pocas jornadas mediante sesiones de mañana y tarde. A ellos les funciona eso de facilitar al posible cliente un número de festejos con un menor gasto de hoteles y restaurantes al reducir los días. Al menos, hay que reconocerles que han tenido imaginación.

Es de suponer que alguien entre las muchas cabezas pensantes que confluyen en Taurodelta se habrá preguntado cuál haya sido la causa por la que la plaza de Las Ventas haya perdido ya del orden de 3.000 abonados. Desde luego, solución no se le ha puesto por el momento. Y hasta donde se puede saber, nadie se ha acercado a los renunciantes al ante codiciado abono para preguntarles por qué causa han renunciado y hasta para ofrecerles alguna fórmula alternativa que permita su continuidad, total o parcial, en el abono.

Si casi nunca fue cierto aquel viejo refrán de que “el buen paño en el arca se vende” mucho menos en nuestros días y lo que se refiere a los toros, cuando tan sólo en internet encuentra un posible comprador un buen número de ofertas a cual más competitiva. Y además te la llevan a casa, sin tener que hacer cola en ningún sitio.

Un ejemplo entre otros que se podrían poner: los grandes grupos empresariales taurinos disponen hoy de una base potencial de clientes que resulta relevante. Se trata de los abonados a las grandes ferias. Si cumpliendo todos los requisitos legales en esta materia, todo ese volumen de información se volcara en una base datos, se tendría un instrumento para realizar ofertas mutiplazas, para organizar abonos singulares, para mantener, en fin, un relación directa con los potenciales clientes.

Pero habría que preguntarse en paralelo cuál es la causa por la que la publicidad taurina ofrece un índice tan bajo de eficacia comercial. ¿No es suficientemente atractiva?, ¿acaso no responde a los ítems comerciales necesarios? A lo mejor es más sencillo: se trata de un recurso técnico que no se sabe utilizar por la falta de costumbre. Fiados tradicionalmente de la publicidad encubierta y del boca a boca, como en el siglo pasado, nadie se ha puesto a buscarle su sitio propio a la publicidad taurina, que ni puede tratar de ser un calla bocas, ni es elemento compensatorio de nada.

3743__Y no es menos cierto que algo debe ocurrir para que las grandes marcas comerciales, sin las que hoy por ejemplo no podría sobrevivir el fútbol, no quieran unir sus nombres a cualquier actividad taurina, ya sea por vía de la publicidad, ya por cualquier a de las fórmulas del patrocinio. Se podría decir que es que lo taurino tiene mala imagen, como consecuencia de la controversia social que unos pocos  –no nos engañemos: son unos pocos, casi siempre los mismos, pero constantes– alimentan.

Sin embargo, oh sorpresa, resulta que sobre la figura de algunos toreros montan su marketing internacional grandes firmas de moda, por ejemplo. ¿Pero no quedamos que fuera de nuestras fronteras cuanto tiene que ver con lo taurina era una imagen maldita? Pues resulta que no. Por ello, si a estas grandes firmas que se lanzan a mercados multinacionales les funciona el recurso de protagonizar sus grandes campañas sobre la imagen de toreros, no puede entenderse que la pretendida mala imagen de los toros sea la causante de todos las dificultades y problemas.

Probablemente todo es más sencillo: las estructuras empresariales taurinas siguen operando como hacían sus predecesores de hace más de un siglo. Y el mundo ha cambiado demasiado como para que aquellas viejas maneras de entender el negocio sigan teniendo hoy validez. Han sido superadas por la propia realidad social.

Estamos anclados en los usos más tradicionales, también más obsoletos, y resulta casi imposible romper con esa cadena, precisamente cuando la Fiesta más necesita de aquel viejo dicho del mayo francés de los años 60: la imaginación al poder.

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